domingo, 17 de noviembre de 2013

Llevárenme aquellos brazos a lugares jamás imaginados, llevárenme sin pensarlo.
Las manos, pequeñas perfecciones que me acarician y se agarran a las mías propias mientras unos ojos marrones, profundos y penetrantes me observan lentamente, ansiosamente.
Se acercan nuestros cuerpos, se unen, y nuestros labios se fusionan en un río eterno e inacabado de sentimientos. No soy más que esto, un cuerpo muerto que no piensa en otro que no seas tú. Son pensamientos internos que afloran a tu vista, reaccionan frente al amor dado y recibido, frente a lo lejos de la aceptación y acogimiento.

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