lunes, 27 de enero de 2014

Las máquinas

Observa como admiran los inertes entes a la muerte ¡Sean fuertes! Pues el día en el que llegue no habrá más que fuenebres calles, allá cuando el hacha reviente acabará con todo sentimiento, sean buenos o molestos, pues el mal que hemos hecho es horrible y no te miento. Reinará el terror por lo creado en el pasado, máquinas en cuerpo y carne de humano, produciendo dolor y engaño, y engaño, y engaño. Máquinas vacías, máquinas sin sueños, máquinas de sentimientos extraños.

miércoles, 22 de enero de 2014

El que se alza en contra

Frío, sádico y calculador
se eleva aquel agasajo hierro.
¡Álcense ustedes, los robots,
junto aquel que le impuso este reto!

Ahora tristes sufrís dolor
por aniquilar-quemar estos mestos.
¡Qué hicisteis con mi amor!
¡Qué hicisteis con lo que era nuestro!

Aumenta poco a poco el ardor
lentamente mientras pasa el tiempo.
¿Quién cometió el primer error?
¿Quién fue, quien ya no es esto?

miércoles, 15 de enero de 2014

El cambio

Muchacha destacando sutilmente
la viva voz que en su interior guarda
sin ella saberlo mi día salva
de todos aquellos malvados entes.

¿Qué es la vida cuando ella siente
que viene aquella felicidad vaga
donde antes solamente estaba
la gran tristeza que la atormente?

Solo ella es sonrisa y emoción
mientras yo la observo encantado
risueño y con eterna devoción.

Y así será un tiempo muy largo,
toda mi vida si tengo ocasión.
Aquí digo y recalco, Te amo.

martes, 14 de enero de 2014

Somos caminantes
por un camino sin final,
caminos que se retuercen
por las zarzas del mal.

miércoles, 8 de enero de 2014

El suicidio, un momento,
todo acaba, todo muerto.
¿Qué es lo que pienso
cuando este agónico pensamiento
cruza fugaz mi cerebro?



martes, 7 de enero de 2014

Aquello que yace escondido

Caen por su espalda cabellos negros
alcanzando poco y más la oscuridad eterna
en una superficie alza y serena
cruzando el ancho y largo del universo.

Dicen que de aquí el universo
lucen las dos más brillantes estrellas
profunda su luz inmensa
de un marrón hondo intenso.

A esto es a lo que amo
día tras día,
año tras año.

Tenedme vos, a mí envidia
que en ello soy egoísta insano
por ser ella mi ser y mi vida.
Rompen las olas incansables
en la proa de mi velero
mientras susurra fuerte el viento
¡hasta aquí llego,
y aquí te quiero!

Una ciudad marchita

Vuelven a encharcarse las calles de la ciudad, una señora en la década de los cuarenta espera el futuro en una esquina poco iluminada, viuda ya desde hace tiempo y abandonándose a la falsa cura de la soledad; mira a los hombres caminantes con el rostro de desasosiego y desolación.
De vez en cuando una farola enciende su tenue luz intermitente, durante unos segundos, para apagarse nuevamente, sumiendo el barrio en la oscuridad.
La gran luna y las estrellas sus secuaces luchan por cazar entre sombras y susurros a los ladrones de vidas y verdades.
Pobres humanos, incansables en este mundo aparte en busca de verdades inencontrables. Pena en ellos y en sus desastres.

El arma bajo la manga

Estaba preparado, era el momento. Un momento tan esperado y ansiado en años. Tenia al chico apenas un metro a mi izquierda y un cuchillo largo de cocina bajo la manga de la sudadera, balanceándolo arriba y abajo delicadamente con los dedos.
Poco a poco el mango negro se acopló a mi mano y como si de un pájaro se tratase tiró de ella y voló en dirección a mi amigo, precipitándose a gran velocidad sobre su brazo y atravesándolo con fuerza. Salió igual de rápido que entró, para volver a clavarse en el otro, en el mismo punto, a la mitad del bíceps.
Di un paso hacia atrás aún con el arma en la mano para observar la imagen que acababa de crear. La adrenalina saturó mis venas y una vaga sonrisa se hizo un hueco en mi vacío rostro. Su cara, desfigurada por el dolor y la sorpresa me miraba con ojos clementes, a mí, en ese momento rebosante de éxtasis. Ya no había vuelta atrás, lo que había comenzado debía acabar...con su vida.
Se dejó caer sobre el suelo en posición fetal mientras sus lágrimas comenzaron a brotar y a caer, como dos ríos inagotables; lluvia sobre un suelo ya manchado de rojo.
El ave invisible volvió a tirar de mí. Avancé hacia él muy lentamente y le levanté del suelo sujetándole por el brazo. Cuando ya lo tuve de pie y apoyado en una pared blanca empecé a introducirle el dedo pulgar en la zona delantera de la herida y el índice en la trasera. Poco a poco se iba desangrando y, de la misma manera, se le iba esfumando la vida. Pero no. Me tenía que durar más. Quería disfrutar más. Solo un poco, mientras la punta se iba introduciendo en su boca, cortándole los labios a medida que avanzaba e iba apareciendo tras la nuca. Quería disfrutar más, solo un poco.

miércoles, 1 de enero de 2014

Un año empieza y otro acaba, todos pasan, y pasan, y pasan sin saber qué ocurre, sin conocer el tiempo olvidado y por llegar, ni pasado ni futuro, ni presente a veces perdido. El tiempo cruza nuestros ojos con velocidad suma y extinta, estuvo y no estará, no estará ni tampoco estuvo; tan rápido todos abandonamos lo que un día hubo, lo que un día habrá y hay.
Mentes que no recuerdan el presente que ya pasó, y mentes que no planean el presente que vendrá; ¿qué presente vivís, pues, si no es el que algún día llegará que algún día dejarás atrás?

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