martes, 30 de septiembre de 2014

Añoro


Añoro aquel primer día.
Añoro tu perfecta sonrisa,
tu mirada fija,
tu alma perdida.
Añoro aquel primer beso,
Añoro todos tus grandes sueños,
y los pequeños,
y tus celos.
Añoro todo lo que fuimos.
Añoro sentirme vivo.

Eras mi vacío.
Eras mis motivos.
Eras mis sentimientos reprimidos,
mis hábitos extintos.
Eras un cambio en mí,
con una palabra de ti.
Eras vivir,
eras sentir,
eras escribir,
cantar,
soñar,
volar,
ganar,
estar,
amar;
eras todo lo que yo nunca fui.

Te regalé un amor por cada momento
que pasamos juntos, que pasamos tiempo,
que pasamos difuntos, que pasamos eternos.
Un amor por cada corazón abierto,
por cada corazón roto,
por cada corazón incompleto.
Te regale pedacitos de mí,
pedacitos de lo que fui,
de lo que no volveré a ser,
pedacitos de mi vivir,
de mi ver.
Te regalé un todo yo,
un todo amor,
y yo me quedé con el ticket,
firmado con el dolor
de tus miradas y tu olor,
por si algún día quisieras tú descambiar
mi cariño y mi canción.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Me prometí

Me prometí no volver a soñar contigo,
no volver a llorar por ti.
Me prometí tantas cosas,
tantas, que no me dejan morir.
Ni vivir.
Ni sentir que te quiero,
o que no te quiero.
Ni dormir,
ni estar despierto;
ni estar cuerdo,
ni siquiera estar loco,
ni siquiera estar contento.

Me prometí dejarte.
Me prometí olvidarte.
Me prometí tantas cosas,
tantas...
 Me prometí no mirarte más,
no pensarte,
no hablarte.
 Me prometí alejarme
de ti, y dejar de amar,
dejar, y dejar, tantas cosas,
tantas...
Me prometí dejar el mar,
dejar la arena, dejar el cielo,
dejar la costa infinita
que me provocan los celos.
Los celos de no tenerte,
de ni siquiera querer tenerte.
Los celos de que te tendrá otro,
pero yo tampoco te quiero.
No te quiero a ti aquí,
ni me quiero a mí allí.
No quiero un nosotros,
pero tampoco un vosotros.
O qué sé yo, tal vez sí
un vosotros.
Pero lejos.
Quiero un vosotros,
con un escondido nosotros,
pero eterno.

Me gustaba

Me gustaba tu pelo oscuro, tu cabello negro;
tus ojos marrones, también oscuros, como una avellana,
tus ojos,
tu mirada,
tu nariz pequeña y chata,
y tu piel tersa. Tu piel tostada
dorada
marrón, también oscura. Y lisa.
Me enamoré de tu boca, tus labios, y tus dientes vestidos de blanco;
de tu lengua roja, y de esa carne rosa de tus labios;
de tu tripa, de tus puntos, de tu ombligo oculto,
de tu tripa,
de tus costilllas,
una a una, y de tus pechos,
y tus pezones erectos;
de tu pelvis, de tus huesos,
de tu pubis, tu vagina, tu vulva,
de tus muslos,
de tu culo,
de tus muslos;
de tus cortes y cicatrices,
de tus gemelos
y tus tibias;
de tus brazos, tus antebrazos y tus manos,
de tus dedos
y tus uñas. Esos brazos también oscuros
y las manos pequeñas;
y los dedos,
como me gustaban tus dedos
y tus brazos,
Y tu mirada, y tus labios,
y tus orejas, ocultas por el cabello
oscuro y negro.
Y tus dientes, y tu lengua;
y tu andar, y tu decir,
y tu manía,
y tu sentir,
y del esperma
de tus ojos que fecunda
mi corazón.
Y mis sentimientos.
Elena,
a qué esperas,
Elena,
si no es a matarme,
o a dañarme,
o a dejarme vivir,
sin ti.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Lágrimas de tiempo nacen en sus ojos y terminan en el mar. Son las lágrimas de sus sombras; de todas las que bailaron frente a ella, con movimientos lentos y esbeltos; de todas las que la acariciaron con sus delicadas garras.
Y cuánto le dolió.
Y cuánto disfrutó.

Imaginando el amor apersonal

Pasé mis años imaginándote. Tus ojos incoloros y tu pelo color universo. Pasé mis años imaginándote, tus besos tus caricias... Te imaginaba cerca mía, entre suspiros de efímera eternidad.
Y te conocí. No eras como pensé que serías. No eras tan buena, ni tan guapa. Las mentiras se hicieron de ti, te llevaron donde nunca pensé que acabarías. O a lo mejor siempre estuviste allí. Quizá fui yo quien imaginó de más.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Perdón

Pido perdón, por lo que hice mal y lo que hice bien.
Lo que hice y aun no hice.
Pido perdón por lo que haré, y por lo que estoy haciendo,
y no sé si lo hago mal o lo hago bien, pero dicen,
dicen que pida perdón.

Pido perdón por mis errores, mis defectos,
mis virtudes, y por todos, todos mis miedos.

Pido perdón por todo lo que cambié,
y por todo lo que dejé estar.
Por todo, en general.

Te pido perdón a ti, a nosotros,
a ellos, a mí mismo, y a todos.

Te pido perdón, sin saber lo que pasará,
sin saber si está bien,
o si está mal.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Y qué serán los versos

Y qué serán
los versos
sino palabras en la mar
náufragas
en el tiempo
y en los espacios
blancos.

Y qué serán
los versos
sino trocitos del amor
que dan
con recelo
las tintas,
las palabras,
y sus páginas.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Tal vez los escritores sean sastres

Tal vez los escritores no seamos más que sastres de sentimientos, cosiendo las palabras una a una con tinta y creando perdidas piezas de recuerdos.

A lo mejor solo intentamos plasmar nuestras imágenes, inútilmente, página tras página. Intentamos conectar cada etapa para que tenga algún sentido, ya no para el público, ni para los lectores, ni para los modelos de nuestras extrañas telas; sino para nosotros mismos.

Hacemos que nuestra historia no se olvide, o la historia de lo que influyó en nuestra historia; egoístas, nosotros. Hacemos que, al menos, lo recuerden las hojas de papel mojadas, o sucias, o arrugadas, o quemadas; o tal vez un poco de todas ellas.

¿Y si solo buscamos encontrarnos a nosotros mismos? Quizá solo queramos encontrar el por qué de actuar de determinada manera en determinadas ocasiones. Quizá queramos encontrar el yo; saber si somos amables, o egocéntricos, o simpáticos, o generosos, o egoístas, o mentirosos...
Pienso que todos los que escribimos somos algo mentirosos. Impregnamos la mentira en la tinta sobre el folio, para engañarnos a nosotros mismos, tal vez, y creérnoslo cuando repasemos lo escrito. Para recrearnos en los falsos recuerdos de nuestros personajes, implementarnos las sensaciones de estos y recordar lo que nadie nunca recordó, la mirada del olvido.

Rumiante de recuerdos

Pobre tú, rumiante de recuerdos muertos, que necesitas revivirlos, y revivirlos, y revivirlos, para poder darlos por enterrados. Algún día podrán contigo, arderán con tu boca, tu garganta, tus entrañas; arderán con tu piel de yeso y tu pelo de fuego. Arderán con tu cuerpo entero, y desaparecerás con ellos, implosionarás. Degustarás su sabor dulce, y ácido, y agrio; sentiras su caricia caliente y gélida. Ese es el ser de santa Muerte; el dragón que calcinará tus recuerdos y tu futuro, y dejará  un presente como mucho incierto. Ya no serás más la niña que fuiste ni la mujer que serías, solo el ser del pelo de fuego que se desvanece entre las calles de la ciudad, observando a muchos y siendo vista por algunos otros, almas perdidas en su tiempo nuevo.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Qué es

Qué es la poesía, me preguntas. Poesía es escribir sobre ti; expresar tu belleza con las pocas palabras que me da mi idioma, e inventarme otras nuevas. Sería decir: "Tus calixciteos ojos lloran lágrimas de cuerpos muertos, y tu sonrisa de isciridentos dientes les dan la vida." O: "Tu cabello, red segura de mis sentimientos alados, cubren del color del universo a la chica enamorada de la plucónrida Luna."
Poesía es relatar el cuento de tu mirada, ojos de color amor marrón, y quedar olvidado en ella.
Poesía es sacar un billete que diga: "Hasta la Luna, solo ida"
Probar tus labios con sabor a eternidad, sabiendo cuan efímeros son. Rozar tu piel con la suavidad de las estrellas, del sol, o de un alma pura, e inocente.
Poesía sería decir 'Te quiero', 'Te amo' o 'Te añoro'.
Poesía serías tú, o tus besos, o nosotros.

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