sábado, 22 de noviembre de 2014

Podría

Podría decirte tantas cosas.
Podría escribir, tantas otras.
Podría hacerlas.
Podría solo pensarlas.
Podría ir, y decírtelo a la cara.
Podría quedarme aquí,
y decírtelo sin que lo escucharas.
Podría decir tantas cosas.
Podría no decir tantas otras.
Podría despedirme de ti.
Podría darte un nuevo hola.
Podría saludarte diciéndote adios.
Podría...tanto podría...

Podría pasarme las tardes mirándote
en todas esas fotos que guardamos.
Podría guardar esas fotos.
Podría tirarlas.
Podría decirte tanto.
Podría callarme tanto.
Podría quererte como nadie lo ha hecho.
Podría no quererte.
Podría dormir en mi cama.
Podría escribir sobre las calles vacías.
Podría, pero no, no podría
escribir sobre algo que no fueras tú.
Podría, pero no, no podría
vivir sin ti... y sin tu luz.

Debería poder olvidarte

Debería poder olvidarte. Poder cerrar la puerta por la que cruzaste. Dejarlo pasar. Pero no puedo. Sigo esperando a que vuelvas.
Debería poder decirte adios, igual que tú dijiste adios. Bueno, realmente no dijiste nada. Solo, te fuiste. Un día ya no estabas. Una noche, desapareciste.
Fuimos tanto, que ahora me cuesta ser lo que somos, si somos algo. Dónde estarás ahora tú, por qué calles andarás, por qué camas soñarás, o por qué lejanos e inventados paisajes te perderás.
Yo sigo soñando contigo. Sigo pensándote. Sigo abrazado a la almohada por no poder abrazarte a ti. Sigo siendo el niño al que un día destrozaste. Sigo siendo el niño que un día fue feliz, y ahora, solo un lastre.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

Llega la noche

El día se hace noche, el sol se apaga, como la llama de un mechero, una cerilla, se consume, como mis sentimientos.
Llega la noche, aparecen las primeras estrellas, llenando el cielo, de luz, de esperanza, de dolor.
Llega la noche, se apaga el día.
Llega la noche, y llegas tú. Llegan tus recuerdos, tus cartas, tus susurros, tus te quiero al oído.
Llega la noche, y me voy yo. No puedo quedarme a escuchar, a recordar, a ver.
Y dónde me voy. Dónde puedo irme para no escuchar tu voz en mi cabeza, para no sentir tus labios en los míos, para no sentir tu mirada, y como me precipitaba a ella.
Llega la noche, y dónde voy yo. Dónde puedo ir. Dónde puedo ir sin ti. Sin el recuerdo de lo que ni si quiera fue.
Llega la noche, y con ella, las estrellas que mirábamos. Esas estrellas infinitas que jamás se acabaron.
Llega la noche, y con ella, la luna, a la que le escribo ahora, por no poder escribirte a ti.
Antes te escribía a ti. No solo que escribiese para ti, que también, sino que te escribía a ti.
Igual que un pintor plasma en su cuadro a su modelo, yo te plasmaba en mis folios con las palabras.
Tantas veces te plasmé en ellos. Tantos montones que ahora se perdieron.
Llega la noche, y me voy yo.
Empieza la noche, y termino yo.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Texto de noche

Estoy escribiendo esto desde la cama, arropado con el único calor de tu amor. Me refiero, al amor que siento por ti. El amor, pero el tuyo. Ah, bueno, tú me entiendes.

Te quería decir que esta noche no tengo inspiración para escribir y, a partir de eso, empezar a soltar palabras, frases. Derramar sentimientos. Por eso estoy aquí, escribiéndote. Aunque esté escribiendo más para mí que para ti. O tal vez todo lo que escriba sea para ti. No sé. Esto si es para ti. Es para ti. Y para mí. Para que lo lea en unas semanas y sonría como un niño por las palabras que te di. Es para nosotros. Sí, así mejor. Es un texto salido de la no-inspiración para nosotros. Mejor ¿no?
Hace frío y la luna está alta, pequeña, distante. Las estrellas la rodean. Yo también estoy rodeado de algo. De trocitos de nuestros recuerdos, creo. No lo sé bien. Saber bien, sé pocas cosas, por eso te necesito a ti. Tú sabes muchas cosas. Sabes que te quiero, por ejemplo, y te quiero mucho. Mucho más que esa luna pequeña, o esas estrellas que la arropan. Así que, solo con esto, ya sabes mucho.

Alguna vez has contado las estrellas? Yo tampoco. Son demasiadas y nunca terminaría. Pues algo así es lo que ocurre cuando me preguntan cuánto te quiero. Hazte una idea. Pero tampoco demasiado buena, que si no, pierde la gracia.

Dicen que el cielo es reflejo del agua. Pues bien, yo ya he encontrado a la luna, y las estrellas son los te quiero que te dije. Siguen pululando por el aire, como pequeños bichitos. Pequeñas luciérnagas que me alumbran y me anclan a ti.

Me gusta quererte. Me gusta llenar mis blocs con tus tonterías. Con las mías. Con las nuestras. Me gusta dormirme pensando en ti. Me hace feliz. Coger el día con más fuerza. Me gusta que me gustes.

Cada vez es más tarde. Más de noche no, ya es suficiente de noche. Ya casi podría decir que cada vez es más temprano, por la mañana. Me siento bien en este momento del día. Estoy tranquilo, en 'paz' con todo. Pero sería mejor si estuvieses aquí. Una noche sin luna no es noche. Igual que un día sin sol no es día. Pero un día sin sol al menos es algo;  una noche sin luna no es nada. Las estrellas no tendrían a qué arropar, a qué engancharse. Se caerían. La noche sin luna no es nada. Oscuridad. Nada más. Así que ven ya, luna. Ven, que es de noche, y aun sigo escribiendo esto, no sé si para ti, o para mí, o para nosotros; arropado por una manta. Y por tu amor.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Capítulo primero:
Empezó a morir.

Capítulo segundo:
Murió, no sé en qué sonrisa, no sé en qué llanto.

Capítulo tercero:
Todo al mismo tiempo, morir y vivir.

Capítulo cuarto:
Todo en un momento, todo mágico.

Capítulo quinto:
Fin.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Tengo frío

Tengo frío. Mucho frío. Congelado. Muerto, tal vez.
Tal vez ya esté muerto y solo esté esperando a que llegue.
No me explico.
Tal vez ya no esté vivo, y solo espere a morir.
¿Mejor? Tal vez.
El sonido de sus notas, de su voz, de sus gritos, sus susurros, las cuerdas de su guitarra, de su garganta, las teclas frías negras, y blancas, de su piano; desgarran mi alma. Me dicen te quiero y te odio. Les digo te quiero, y les digo, te odio.
Quizá solo este esperando, haciéndome viejo cada día, esperando a la muerte en vida.
Vivo muerto, o muero viviendo.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Caigo.
No sé muy bien a dónde caigo.
Pero caigo.
Sigo cayendo.

Tal vez me precipite a vivir, a la vida, a ver pasar el tiempo tras una cortina, o a surcarlo en un bote salvavidas.
Tal vez me precipite a morir. Cada día un día más viejo. Cada día un día más muerto.

Me miraste


Una vez me miraste y no lo volviste a hacer.
Me miraste, como nunca nadie lo hizo.
Me miraste, y me viste.
Viste cómo era.
Viste cómo fui.
Me miraste, y te fuiste.
Tal vez te asustaras.
Tal vez.
Me miraste, y no me volviste a ver.

Entradas populares