miércoles, 17 de diciembre de 2014

Vuelve a soñar, niña tonta

Volviste a soñar, niña tonta; te quedaste dormida y volviste a soñar con ese príncipe azul tuyo, ese desconocido inexistente al que adulas; con su caballo, su traje y su código de caballería.

En la frente llevas tatuado Julieta, pero niña, no habrá Romeos esta vez. Esta vez no. No habrá Romeos que te amen y mueran por ti, pequeña, no busques en la realidad lo que solo tiene lugar en cuentos. Malditos cuentos. No hay de eso para ti.

Buscas refugio en las manos toscas y el paquete erecto de algún hombre sin nombre, sin rostro; cada noche en algún aseo. Buscas refugio en los billetes que vienen cada vez que te reclinas sobre aquella barra.
No existe ese amor para mujeres de tacón alto y fino, de labios rojos y ropa más bien chica. No existe ese amor para alguien como tú, nira tonta.

Vuelve a dormir, pequeña boba, vuelve a soñar y haz real lo imposible, duerme abrazada a la almohada, símbolo de aquel amor de instituto, inocente. Imagina su hogar. Sus labios lisos, casi noevos, besándote cada mañana, sus 'te quiero' y sus flores del día doce. Cenas entre velas que sirven para alumbrar, previamente cocinado entre los dos. Su sexo contra el tuyo; con rostro, con nombre.

Duermes.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Finges

Finges que no me doy cuenta
que ocultas todos esos cortes,
que bajo esas mangas y pulseras los escondes
uno tras otro, tras otro, en tus muñecas,
uno tras otro, tras otro, y ya van doce.
Piensas que no, que ya todo irá bien,
que esta noche solo puedes mejorar,
pero la sangre aun corre por tus brazos
y ya estás en el baño, volviendo a vomitar.

¿Crees que no te escucho, que no escucho tus gritos?
¿Crees que no sufro, que no lloro cuando te miro,
con la puerta entrecerrada,
cómo sobre el váter vomitas las arcadas?

Mañana volverás al instituto,
nadie notará tu esfuerzo,
nadie notará los cambios,
nadie notará más que tu cara de cansancio,
tus ojeras, tus miradas, tu miedo.
Pero nadie notará a la chica

del fondo del infierno.

Cuentas las calorías de cada alimento,
cuentas los gramos, controlas tu peso,
sales a correr, una hora parece poco,
luego fueron tres, seis, y de ejercicio casi ocho.
Total, es ejercicio, a quién le puede hacer daño.

Te duele la cabeza siempre que te dicen algo,
"Mamá déjame, tú no entiendes nada"
decías, sin saber lo que dolía
una por una, cada una de tus miradas.

Y solo te das más asco

Cenas con tus padres y solo te das más asco,
y a los pocos minutos terminas en el lavabo.
La báscula te dice que has engordado,
tú te dices, no quiero más daño.

Pero piensas en el instituto, en llegar mañana,
cuando entras en la clase y recibes sus miradas,
unos instantes pasándolo mal,
y acaba en el desagüe, entre gritos y arcadas.

Guardas una botella de agua en la habitación
gota a gota, sin saberlo, bebiste tu perdición.
Tú solo querías verte más delgada,
y sin quererlo vivías la pesadilla del terror.

Por qué no puedo ser como ellas,
tener ese cuerpo, esos brazos, esas piernas,
esa tripa, ese pecho, esas manos, piensas,
y terminas acabando con otro corte en tus muñecas.

Le gritas al cielo, por qué lo haces no lo sabes,
miras al techo; a la cuchilla, como un sable,
y sin saberlo ni quererlo siempre acabas como antes.

sábado, 13 de diciembre de 2014

La chica del final

No sé ni cómo he llegado a acabar así,
No sé siquiera si quiero vivir.
Si quiero despertarme de nuevo en este mundo,
si quiero mirarme, levantarme y seguir.

Miro hacía atrás ¡Por qué! por qué
he cambiado y lo he hecho sin querer,
por qué he cambiado me grito cada día,
¡Por qué! por qué he cambiado de ser y de no ser.
 
 Vuelvo al instituto, en la clase,, miradas,
"Mira esa gorda, ella es 'la zampa-zampa;
 seguro que no deja de comer dulces y bollos
 porque el novio no la quiere ni como almohada."

En el aula, sola, la chica del final.
La de los dibujos y las libretas,
La que si le miras siempre mira mal.
La chica que sueña con vivir lejos de ti; y lejos, de tu ciudad.

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