Capítulo cuarto: No hace falta dinero para ser feliz
Anduvimos
largo y tendido por un parque cercano, hasta que nos entró hambre y buscamos un
lugar donde comer. Al final fuimos a un restaurante de comida china. Sabía que
eso le encantaba.
-Agghh,
que olorcito sale de dentro de la cocina, ¡entran ganas de zamparse al
cocinero!
-¡No
digas eso Jota, a ver si se lo van a creer de verdad! –Una sonrisa afloró en mi
rostro.
-Bueno,
con que no nos coman a nosotros… -me devolvió la sonrisa, feliz.
Era
el típico restaurante de las películas en el cual, la jefa, una anciana
rechoncha, no cesa de proferir gritos hacia sus empleados con un cuchillo en la
mano. A veces temo que la señora se abalance sobre alguno. Y creo que ellos
también lo temen. El restaurante no suele tener mucha afluencia de clientes, ya
que es pequeñito y oscuro, con las paredes repletas de muescas y demasiadas
sillas cojas; pero la verdad es que la comida estaba deliciosa. Si cuidaran su
presentación podrían llegar verdaderamente lejos, en mi opinión. Pero muchas
veces no queremos complicaciones, nos vale con el mínimo para comer y dormir, y
el resto nos lo buscamos por nuestra cuenta. No
hace falta dinero para ser feliz.
Después
de que Jota se despidiese de la anciana, ahora sentada en una silla de madera a
la entrada del local, en su idioma volvimos a caminar.
-¿Dónde
te apetece ir ahora? –me preguntó, colocándose en frente mía y cogiéndome por
ambas manos.
-No
sé, elige tú, seguro que me llevas a un buen sitio.
-Bueno…
-se colocó una mano en la cara, en posición pensativa, como si estuviese
decidiendo algo realmente importante. –Podríamos ir al parque de atracciones,
¿quieres?
-Eso
es muy caro, ya lo sabes, podríamos ir a cualquier otro sitio.
-No
se cumplen diecinueve años todos los
días. Además, yo ya quería ir, y me has dado la excusa perfecta. –dijo,
mientras me guiñaba un ojo.
-¿Pero
de verdad eso de la programación te da tanto dinero?
-Claro.
Al menos para un gusto de vez en cuando, porque no es solo lo de la
programación, de vez en cuando alguien me llama para diseñar algún logo para
una empresa, o participo en diseño 3D en la creación de algún videojuego
perdido y después me llevo una pequeña comisión. Lo justito para el piso y dos
o tres tonterías más, pero bueno, cuando termine mis estudios ya tendré un
trabajo de verdad.
-Me
estoy planteando seriamente seguir tus pasos. Aun estoy en primer año de
sociología, y estoy viendo que no va a tener mucha salida.
-Pero
Ele, eso es lo de menos. Si te lo curras y sacas las notazas que ambos sabemos
que puedes sacar, encontrarás trabajo nada más terminar la carrera. Además, la
felicidad no reside en cuánto tengas, sino en qué y con quién inviertas tu
tiempo, por eso yo, ahora mismo, soy tan feliz.
-Jopé,
siempre lo arreglas todo con unas cuantas palabras Jota…
-Muchas
veces quisiera que eso fuese verdad… -Su sonrisa se tornó fría y obtuvo un
aspecto melancólico, mirando el suelo.
-¿Qué
te pasa? –Pregunté, algo confundida por la situación.
-No,
nada, no importa. Mis cosas, supongo. No debería darle tantas vueltas a la
cabeza.
-No,
no deberías. –Me dolía mucho que estuviese así, por lo que cambié de tema sin
pensarlo mucho.
–¿Pero no me ibas a llevar a un sitio? ¿A qué esperamos?
-Es
cierto, venga, cojamos el bus, tampoco está tan lejos. –dijo tras una
carcajada, algo mejor.
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