Abría la puerta.Entraba.
Acababa de volver de urgencias, intento de suicidio decían. Él no recordaba nada, no quería. Solo necesitaba llegar al dormitorio, abrir el cajón (el segundo del escritorio), levantar el doble fondo y sacar las cuchillas. Tenía 3 de una cuchilla de afeitar; 2 de ellas sin estrenar; unos vidrios y cristales que venían muy bien para jugar, unas buenas tijeras y un cuchillo.
Le gustaba turnarlas para cortarse, para no hacer de ello una rutina como ya era su vida.
Antes de darse cuenta, estaba sentado en la silla, frente a la mesa, con un hilillo de sangre recorriéndole el brazo. No había nada como aquello, pegaba a árboles, farolas y paredes para sufrir dolor también, pero rajarse era mucho mejor. Ver como va saliendo la sangre...
Vuelve a cortarse, esta vez más profundo, sale la sangre, sigue saliendo, sigue, no para, más sangre.
Se despierta en una habitación blanca, con los brazos vendados y un cable enchufado a la nariz.
!A la mierda!
Sale a escondidas, hacía su casa.
Abría la puerta, entraba...
y vuelta a empezar.
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Inspirador, profundo. El dolor retratado desde dentro.
ResponderEliminarMe ha llegado esta entrada, en verdad.
Muchas gracias, aunque te responda algo tarde :33
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