martes, 14 de octubre de 2014

Me odio

Me odio
por ser tan fría,
por ser tan yo,
por no ser, como yo querría.

Me odio
tal vez por todo
por no ser mi todo,
y dejártelo ser a ti.

Nunca  debí
dejarte ser mi todo.
Nunca debí
hacer lo que hice,
ser como fui.

Me odio.
Por ser así.


Me odio
por ser lo contrario a ti,
por ser puro odio,
por ser, y sentir.

Me odio
tal vez, por el espejo,
tal vez, por tu mirada,
tal vez, tal vez por nada.

Me odio
sin saber por qué
o sabiéndolo, y es por todo,
y es por ser
por nacer.

Me odio.
Por ser así.

 

Me odio
y a la vez te odio.
Nos odio.
Nos odio por no ser
lo que podríamos haber
llegado a ser.


Me odio
por mirarme así
por mirarte así
por mirarles, de esta,
esa, o aquella manera.

Me odio
por andar como ando
por las calles,
por las aceras, respetando
sus sombras, sus colores.
Por andar como ando,
por la vida, y por los sueños.
Porque ya no sueño.
Ya no ando.

Me odio.
Por ser así.


Me odio
por mis pensamientos,
tal vez por mi querer
a lo que no he de querer.
Por creer, tal vez,
en lo que no he de creer.

Me odio
por sus pensamientos,
también,
por sus miradas,
también,
por sus palabras,
también.

Me odio
y aunque hable,
y diga, y espante
el por qué;
quisiera saber por qué.
Por qué he de ser
yo el que es así.
Por qué he de ser
yo el que odia,
yo, el que acomula
odio, ira,
contra un mundo que susurra,
contra un mundo, perdido,
contra un mundo, esquivo,
dictador de ultimátums,
dictador de sables, y obleas;
todo en uno,
todo mío,
y todo, al mismo tiempo,
vivo.

Me odio.
Por ser así.

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