Andaré pensativo por las calles de la ciudad,
como solíamos hacer tú y yo,
cogidos de la mano e irradiando amor,
esperando y pensativo, porque sé que volverás.
Esperaré en los atardeceres de nuestros recuerdos,
tumbados en la orilla, como solíamos hacer,
mirando al cielo del sol, oscurecer.
Esperaré, esperaré sin que pase el tiempo.
Te esperaré a ti,
niña de los ojos color violeta claro,
tumbado y durmiendo en los verdes campos,
imaginando el que será, y el que seré, de mí.
Te esperaré y esperaré,
sin saber muy bien por qué,
sin saber muy bien, lo que hacer.
lunes, 28 de abril de 2014
miércoles, 23 de abril de 2014
Como todas las mañanas...
Como todas las mañanas, su sonrisa reapareció en mi rostro.
Me levanté e hice mi lado de la cama, y el suyo. Me preparé una taza de chocolate, eso que tanto nos gusta desayunar; a ella le preparé, a su vez, su parte. A lo mejor volvía ahora y, a lo mejor, tendría hambre. Cuando acabé empecé a deshojar la margarita que tocaba el día de hoy, al ritmo del "Hoy será un buen día" y del "Será un día bueno".
Me recosté en el sofá, bajo una manta, y retomé el libro por el marcador. Estaba en la misma página, desde aquel día. Siempre cerraba el libro, sin saber hasta dónde había llegado, para recomenzarlo de nuevo al día siguiente para, que cuando ella volviese, continuásemos desde el mismo punto, con el fin de que no se perdiese parte de la historia.
La esperaba y la esperaba, pero ella, no venía.
Me levanté e hice mi lado de la cama, y el suyo. Me preparé una taza de chocolate, eso que tanto nos gusta desayunar; a ella le preparé, a su vez, su parte. A lo mejor volvía ahora y, a lo mejor, tendría hambre. Cuando acabé empecé a deshojar la margarita que tocaba el día de hoy, al ritmo del "Hoy será un buen día" y del "Será un día bueno".
Me recosté en el sofá, bajo una manta, y retomé el libro por el marcador. Estaba en la misma página, desde aquel día. Siempre cerraba el libro, sin saber hasta dónde había llegado, para recomenzarlo de nuevo al día siguiente para, que cuando ella volviese, continuásemos desde el mismo punto, con el fin de que no se perdiese parte de la historia.
La esperaba y la esperaba, pero ella, no venía.
lunes, 21 de abril de 2014
"Tengo un sentimiento...
Tengo un sentimiento,
roto,
abandonado,
en mi corazón.
Tengo una soledad,
una sola en mi digna ebriedad.
Una sola, y con tanto,
tanto, dolor.
El médico me recetó tiempo
¡Ay, tiempo, arráncame este maldito sentimiento de mis entrañas con tus garras! Extírpame del cielo mis amadas alas y mándalas al infierno. Tiempo, tiempo, siempre eterno.
Llévate contigo todos aquellos momentos que conoces, tristes, felices. Llévate contigo el tiempo pasado.
Tiempo, dame tiempo, pues ya no aguanto. Estoy cansado.
Él la miraba mientras ella seguía su camino.
Solo le quedaba su espalda, avanzando en la lejanía. Habían pasado tanto tiempo juntos que ya no recordaba como vivir solo.
Las lágrimas afloraron en su rostro. Todo había acabado, en un momento, y aun no sabía por qué. Dejando atrás los besos, los abrazos, ella le dio unas palmadas en la espalda mientras de sus labios salía un lejano adios. Y allí estaba, yéndose, dejándola ir. Se va, llevándose las sonrisas, llevándose las tardes cálidas frente al mar. Se va, llevándose las mañanas frías bajo las mantas de la cama. Se va, llevándose mi alma.
Se va, dejando los recuerdos de tanto tiempo pasado; espinas en un corazón roto. Se va, sin pensar volver.
Vete, pero llévate el iPod con las canciones que cantamos; vete, pero llévate la cámara con tantas fotos que nos sacamos. Vete, pero, cuando vuelvas, estaré en nuestra habitación, como siempre, con una almohada entre mis brazos y el rostro enlagrimando, esperándote. Haremos como si nada hubiese ocurrido, continuaremos el día de ayer sin pasar por el hoy, llegando a un mañana mejor.
Vete, pero cuando vuelvas, estaré aquí, esperándote, junto a ti.
Solo le quedaba su espalda, avanzando en la lejanía. Habían pasado tanto tiempo juntos que ya no recordaba como vivir solo.
Las lágrimas afloraron en su rostro. Todo había acabado, en un momento, y aun no sabía por qué. Dejando atrás los besos, los abrazos, ella le dio unas palmadas en la espalda mientras de sus labios salía un lejano adios. Y allí estaba, yéndose, dejándola ir. Se va, llevándose las sonrisas, llevándose las tardes cálidas frente al mar. Se va, llevándose las mañanas frías bajo las mantas de la cama. Se va, llevándose mi alma.
Se va, dejando los recuerdos de tanto tiempo pasado; espinas en un corazón roto. Se va, sin pensar volver.
Vete, pero llévate el iPod con las canciones que cantamos; vete, pero llévate la cámara con tantas fotos que nos sacamos. Vete, pero, cuando vuelvas, estaré en nuestra habitación, como siempre, con una almohada entre mis brazos y el rostro enlagrimando, esperándote. Haremos como si nada hubiese ocurrido, continuaremos el día de ayer sin pasar por el hoy, llegando a un mañana mejor.
Vete, pero cuando vuelvas, estaré aquí, esperándote, junto a ti.
domingo, 20 de abril de 2014
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