miércoles, 5 de febrero de 2014

Jack

-Mira mamá! ¿Me veo bien con este cuchillo?- El arma estaba goteando sangre, al igual que el brazo que la sostenía.
-Hijo, ¡suelta eso! ¡No te acerques más!- La voz se le notaba nerviosa, pobre, veía la muerta tan cercana e inevitable.
Jack acababa de rajarse las extremidades y ahora se proponía asesinar a su familia con la misma hoja. Todas las sangres se mezclarían y por fin serían una familia unida, más unida que cualquier otra.
El padre, que aún dormía, escuchó el grito desgarrador de la madre, impregnado en dolor y desesperación, y bajó las escaleras de la casa a medios saltos. Una sonrisa había aparecido en el rostro de nuestro pequeño demente. No tenía ni siquiera que perseguir a sus presas, las presas venían a él. Solo tenía que esperar y...
En el momento que el cuerpo atravesó el umbral el cuchillo cruzó el habitáculo con un silbido, clavándose en el pecho del hombre y desplomándolo en el suelo. Una cara de sorpresa fue acompañada de las palabras "Te quiero" justo antes de morir.
El chico se apresuró a liberar al padre del arma, no quería que se manchase demasiado de su sangre.
Los dos cuerpos yacían sin vida sobre el suelo de la cocina, pero aún había un espacio reservado para uno más, solo uno más.
El hermano de Jack se encontraba encerrado en su habitación escuchando música a todo volumen como siempre hacía, aquel incauto niño no se había enterado de lo ocurrido; así sería más divertido, es como volver a empezar.
Jack abrió la puerta de la habitación sin hacer ruido alguno y aguardó tras su silla hasta que se diese la vuelta. Aún no le veía el rostro por completo cuando, con un golpe rápido atravesó su cuello. La escena se veía tan grotesca.... La silla seguía girando sobre sí misma mientras la sangre brotaba, recorría todo el cuerpo y goteaba por entre los dedos muertos.
La felicidad se hizo paso en el rostro de Jack. Llevó el cuerpo de suhermano junto a los otros dos para sentirse protegido mientras hacía lo que iba a hacer.
Primero les cortó la sonrisa para que ellos fuesen tan felices como él. Después les rebanó la cabeza y sus cuerpos los troceó en pedazos muy chicos, todos juntos y mezclados. Apoyó las cabezas sobre sus respectivos platos y las colocó en la mesa, cada uno en sus respectivos platos y las colocó en la mesa, cada uno en su lugar.
Metió los trozos en la nevera, ya tenía los almuerzos y cenas preparadas y listas para servir. Ahora serían uno, todos fielmente unidos, por siempre.

La muerte tiene un nuevo nombre,
y se llama Jack.

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