miércoles, 4 de septiembre de 2013

La sombra de las cloacas.

Un terrible monstruo cabalga las alcantarillas amigo mío, tú lo sabes bien, sabes que acabará contigo, pues aquel ser horrendo y malvado consume tu alma desde las oscuras sombras de su cobijo. Conoce de la existencia de tu odio, un odio negro y desorientado.

Amigo mío, abandona tu menester, abandona aquellas preciosas barras de los bares pútridos de la ciudad, rodeado de botellas y vasos, y un camarero desperdiciado que se mantiene ante tus historias de aquellas antiguas aventuras en las cloacas con el fin único de mantenerte bebiendo, y pagando. Esas historias necesitan un fin, amigo mío, acude a ellas y desgárralas con el propio golpe de tu corazón. Sal de las mohosas calles e intérnate en las cloacas malolientes y mugrientas. Huele a rata muerta aquí abajo. Ven conmigo, mantente lejos. Extírpame entre manos sudorosas y vibrantes la locura que llevo conmigo. Vete de aquí, aléjate, pero arráncame la sombra con el último latido de tu corazón.

Un cuerpo inerte yace entre las aguas verdes flotando cloaca abajo. ¿Quién será aquel hombre desfigurado que se suicidó en estos parajes abandonados? Nadie conocerá su identidad.

Las aguas se tornaron rojas y peces mutantes salieron a la superficie. Un mar de muerte, desolado y maloliente dejaste por legado amigo mío. Nunca más volverás a hacerme daño fueron sus últimas palabras, vanas en un mundo sordo y ciego que lucha contra sus propias sombras.

Ya eres libre, amigo mío.

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