martes, 30 de julio de 2013

El suicidio inacabado de Ever (parte I)

En ese momento del día no había horizonte. El cielo y el mar eran de colores idénticos, no había un fin definidio en cada uno de estos. Se mezclaban, uno con otro. Tan lejos, tan cerca.
Era invierno y no había nadie en la playa. Ni bañistas ni busca-bronceados y, a falta de estos, tampoco había socorrista. Solo estaba ella, con su pelo negro ondeado por el viento que le llegaba hasta bien entrada la espalda. Tenía unos ojos verdes, preciosos. Si te acercabas lo suficiente a ellos y te parabas a mirarlos, sentías el vértigo de quien cae desde el aire, pues estos eran el reflejo de su alma. Como dos lagos le decían. Los labios perfectos, ni muy carnosos, ni poco. Una curvatura siempre forzada hacia arriba. Tras estos se encontraban dos hileras de blancos e inmaculados dientes.
La chica fue entrando en el mar, paso a paso. "Qué fría" pensó.
Nadie la había valorado nunca, se daba asco ante el espejo, no lograba sacar buenas notas en la escuela, sus "amigos" no la querían...
Otro paso.
El agua le llegaba ya por encima de la cintura. "Ánimo, ya falta poco". No podía echarse ahora atrás, no ahora que estaba tan cerca de escapar de todo esto.
Uno más y ya no hizo pie.
Se veía tan distinto el mundo desde ahí abajo. Otro mundo. ¡Ay! ¡Cuánto le habría gustado nacer pez! Sin preocupaciones, solo nadar, nadar, nadar...
Poco a poco se le fueron disipando los pensamientos, empezó a ver todo borroso, no le quedaba aire. Se estaba muriendo. Por fin, ese fin tan ansiado, durante tanto tiempo. Todo acabó poniéndose negro.

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Se despertó entre toses. le salía agua por la nariz, no podía respirar del todo bien. ¿Dónde estaba?
A pesar de ver todo difuso, pudo entrever a Henry a su lado, inclinado sobre ella con la cara totalmente pálida. Tenía la ropa empapada.
-¡¿Pero qué mierdas haces Hen?!-dijo la chica apoyándose sobre los codos con el fin de elevar su cuerpo un poco, lo poco que podía.
-Yo...estaba dando un paseo por la orilla sumido en mis pensamientos cuando vi algo flotando en el mar. Al principio me quedé un poco en shok, no sabía lo que era ya que no llebaba las gafas puestas, pero al fijarme vi que era un cuerpo humano. Sin pensármelo salí corriendo para traerlo a la costa a pesar de no saber nadar, saqué fuerzas de donde no tenía. Me lo puse encima mía y volví a tierra firme. Lo apoyé sobre la arena y cual fue mi horror al ver que eras tú, Ever, la que estaba muerta, sino apunto. Gracias al curso que recibí de socorrista hace unos meses, en el verano, pude ayudar. Junté los labios y te hice el boca a boc...
-¡Joder, calla! ¿No te enteras que me deberías haber dejado allí?
-Te amo, no me vuelvas a hacer esto, ni se te ocurra.
Ever nunca antes había escuchado aquellas palabras salir de la boca de alguien siendo ella el destino de las mismas. Era el chico del que estaba enamorada desde que entró a la escuela, pero nunca había tenido más que una conversación con él, nunca se habían tocado.
Rompió a llorar.
-Yo...Hen...no lo aguantaba más.
-¿El qué? ¿Qué ha pasado? -dijo aún con la cara pálida.
-Todo. El día a día. No podía seguir con esto...no podía...
-Venga, Ever, vamos a dar una vuelta, ¿te apetece? -con esta frase forzó una sonrisa y fue recuperando el color.
-Bueno...vale...vamos...


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Iban los dos muy cerca, casi pegados el uno al otro por el paseo marítimo. Tampoco había nadie en la calle, algún coche de vez en cuando, no más. Los pocos se encontraban refugiados del frío ivernal en los bares y cafeterías.
-Sentémonos un rato en aquel banco de allí, me encuentro cansada.
-Has estado a punto de morir, normal que estés cansada -dijo en un tono muy triste- ¿Te encuentras mejor ahora? -preguntaba mientras con una mano le ponía el pelo tras la oreja.
-Sí, mucho mejor. Perdona por lo de antes Hen, y gracias por todo...
-Ah, bueno, no ha sido nada, hice lo que debí hacer, nada más -después de una caricia en la mejilla apartó la mano de esta.
Después de esto se hizo un largo silencio. Un silencio que no fue incómodo para nada, los dos lo necesitaban.
Ever pensaba en aquella escena. Hace apenas unos minutos iba a morir porque no tenía a nadie, y ahora se le había declarado el chico al que amaba con locura. Estaba confundida.
Henry no paraba de darle vueltas a la cabeza. Demasiados pensamientos cruzaban demasiado rápido su mente. Muchas preguntas.
"¿Qué estará pensando? ¿Le habrá molestado que me acerque de esta manera? ¿Y el te amo de antes, se lo habrá tomado a mal? ¿Me hablará sobre ello?"
Demasiadas emociones por un día, pensaron.
Ever estaba decidida, iba a probar, tal vez el te amo fuese en serio, tal vez, y solo tal vez, no lo dijese por ayudarla, a lo mejor no lo dijo por la situación, tal vez lo sintiese de verdad.
-Y...bu-bueno...mmm...¿tengo que volver a intentar suicidarme para que me beses? -dijo a medio tartamudear.
En el mismo momento en el que terminó la frase, ya tenía los labios de él junto a los suyos.  Estos fueron moviéndose, casi con vida propia, uno sobre el otro.
Ninguno de los dos había besado antes.


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